Y es verdad.
Dos es el principio del fin, al menos en el caso del arácnido conocido como "La Viuda Negra". Dos es el principio del fin, se unen y la hembra devora al macho. El amor, la unión, nos devora. No hay nada peor, ni mejor, que amar. A quien sea, cuando sea, como sea. Es así, aunque nos devora por dentro y nos corrompa las entrañas, aunque sean las personas que más nos quieren las que más daño nos hacen, ¿quién estaría ahí para decirnos lo que hacemos mal? Y es que dos es el principio, y el amor es siempre cosa de dos: entre una madre y un hijo, dos hermanos, amigos, novios, confidentes... Siempre es cosa de dos, porque sólo es amor si es recíproco... Y al ser dos el principio, es también el principio del fin. ¿Interesante?
¿Y yo cómo estoy? Bien, claro, siempre estoy bien rodeada de nuevo material de oficina. Y con un vinilo del Boss girando en mi tocadiscos... Cualquiera sabe que el sonido es así más cálido, aunque me tenga que levantar cada poco porque la aguja se ha atascado y no deja de hacer repetir al pobre
New Jersiano la misma palabra una, y otra, y otra, y otra vez...
Cálido.
Justo lo contrario al tiempo actual. El frío me gusta, despeja la mente. Te duelen las mejillas, las manos, las orejas y los ojos, pero piensas mejor que si hace calor. Y pensar bien, y rápido, es, amigo mío, vital. Al menos para mí. A cada cual sus manías, como en el papel. Me gusta de Oxford, satido, con el reborde de colores oscuros. Y los boligrafos: plumas Parker de tinta negra o Pilots V5 v-Ball de caperucho cilíndrico... de tinta negra. ¿Hay algo más elegante que una hoja de papel, blanca, toda escrita con una victoriana caligrafia a pluma con tinta negra? Sólo un vestido de alta costura de Rem Acra. Y eso, al contrario que las plumas y el papel de Oxford, no me lo puedo permitir.
Adiós.
